21 mar 2009

HOMILÍA DEL DOMINGO 22 DE MARZO 2009

MATERIAL GENTILEZA DEL PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DE TENERIFE ESPAÑA.

2Cron. 36. 14-16.19-23; Sal. 136. Ef. 2, 4-10; Jn. 3, 14-21

Nicodemo había ido de noche a conocer a Jesús. Lo que hemos escuchado hoy en el evangelio es parte de aquella larga conversación en la que se viene a concluir lo que es el amor que Dios nos tiene. ¿Qué descripción se nos hace de ese amor divino? Enlos distintos textos de la Palabra de Dios de la liturgia de este domingo se nos responde. Es un amor hasta la entrega y la muerte. El amor más grande. El Hijo del hombre, Jesús, ha de ser levantado en alto, clara referencia a la crucifixión de Jesús, como la serpiente en el desierto para que todo el que cree en El se salva. ‘Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en El tenga vida eterna’, proclama Jesús anunciando su entrega y su muerte, su amor hasta el límite de entregar la vida. Es un derroche de amor gratuito lo que Dios nos ofrece. No son nuestros merecimientos, pues por medio está nuestra infidelidad y pecado. Sin embargo ahí está el amor de Dios que nos perdona y nos llena de vida. Es gracia, es un don gratuito, es un regalo que en su amor Dios nos hace. De eso nos ha hablado san Pablo. ‘Por pura gracia estáis salvados…estáis salvados por su gracia y mediante la fe…’ No por nosotros, entonces, sino como regalo de Dios. No terminamos de considerarlo lo suficiente y mostrar nuestra respuesta agradecida. Amor y misericordia de Dios tan grande que nos da a su propio Hijo, para que ‘muertos por el pecado… nos hace vivir en Cristo… nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con El’, como nos dice el apóstol. Tanto nos amó ‘tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en El’. ¿Qué nos pide a nosotros? Que creamos en El y así no perezcamos, como hemos escuchado, aunque muchos sean nuestros pecados. ‘El que cree en El no será juzgado… el que no cree en El ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre de su Hijo único’. La respuesta de nuestra fe. Una fe sincera. Una fe agradecida. Una fe transformadora de nuestra vida por la gracia que recibimos del Señor. Que aceptemos la luz y nos dejemos iluminar por El. No rehuyamos la luz como aquellos cuyas obras son perversas, que nos dice el evangelio. ‘La luz vino al mundo, pero los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas… el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras’. Busquemos la luz que es buscar a Cristo, que es despertar nuestra fe adormecida, que es buscar su gracia, que es caminar por el camino de los obras buenas. ‘El que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios’. Cuando estamos haciendo este camino de cuaresma estamos siendo llamados continuamente a la conversión. Es la invitación que hemos escuchado desde el primer día y que casi día a día se nos ha ido repitiendo. Llamada a la conversión porque a pesar de que Cristo ha muerte por nosotros para que tengamos vida, para redimirnos y perdonarnos, sin embargo nosotros muchas veces hemos preferido la tiniebla a la luz, el pecado a la gracia. Queremos hacer un camino de purificación interior y de renovación de nuestra vida. Es que, como el pueblo de Israel en la situación de la que nos habla la primera lectura, nos dejamos arrastrar por el mal, no escuchamos debidamente los mensajeros que Dios nos envía, multiplicamos nuestras infidelidades y pecados. Dejamos debilitar nuestra fe y nuestro amor. caemos en una frialdad e indiferencia espiritual. Dejamos apagar muchas veces la llama de nuestro amor. Como Nicodemo andamos a oscuras y de noche, llenos de tentaciones y de dudas. Pueden sobre nosotros mucho las influencias del mundo que nos rodea. Pero que como Nicodemo vayamos a buscar la luz, vayamos al encuentro de Jesús que nos ofrece su salvación. ¡Qué importante que nos vayamos enfrentando cara a cara con la Palabra de Dios cada domingo cuando nos reunimos para la asamblea eucarística y si tenemos ocasión también cada día de la semana! En el proyecto que la Iglesia nos ofrece en este camino de la cuaresma o en ese proyecto de renovación espiritual que nos trazamos desde el principio de este tiempo cuaresmal la Palabra de Dios escuchada en la sinceridad de nuestro corazón ha de ocupar un lugar importante, junto a la intensificación de la oración y del ofrecimiento de nuestros sacrificios o penitencias. Una Palabra que nos está recordando, como lo hace hoy, esta iniciativa de amor que cada día el Señor tiene para nosotros, para llamarnos e invitarnos a su amor y a su gracia. Siempre la iniciativa parte de Dios, de nosotros depende nuestra respuesta. Que no nos hagamos oídos sordos. Que abramos los oídos y los ojos del corazón y nos dejemos mover por esa ternura de amor que Dios nos tiene. Según la respuesta que vayamos dando, en todo este proceso de conversión que tiene que ser este tiempo de gracia, llegaremos a vivir intensamente su Pascua; podremos cantar con verdadera alegría el aleluya de la resurrección. Recordemos lo que le pedíamos al Señor hoy en la oración litúrgica. ‘Que el pueblo cristiano se apresure con fe viva y con entrega generosa a celebrar las próximas fiestas pascuales’.

4 mar 2009

LOS ORIGENES DE LA DANZA CONTEMPLATIVA Y SAGRADA. 2009




DANZA CONTEMPLATIVA: ORAR DESDE LO PROFUNDO DEL CORAZÓN. Victoria Hernández

Alandar
No estamos habituados a ver una danza en nuestras celebraciones u oraciones comunitarias, aunque en los últimos años es posible que nos hayamos sorprendido al contemplar a un grupo de personas llevar las ofrendas, dar gracias o hacer una petición con todo su ser y al ritmo de la música. Y aún más sorprendente es que nos hayan invitado a danzar a todos los allí reunidos, especialmente si estamos en un congreso, un encuentro, unas jornadas, donde de una manera especial se celebra la reunión de personas de distintos ámbitos y con un interés común. Parece que la danza ayude a sentir la unión y a expresar la alegría del encuentro en nombre de Aquel que nos ha convocado.
Las danzas contemplativas son danzas sencillas, fáciles de aprender, que no exigen grandes desplazamientos, a veces ni siquiera nos movemos de nuestro sitio. De carácter lento, nos provoca una sensación de relajación, de calma mental y en general, nos ayudan a entrar en un clima de oración.
El sentido de la danza contemplativa
La Danza Contemplativa no busca enseñarle a nadie quién es Dios, aunque le nombremos, nos dirijamos a Él y digamos alguno de sus rasgos. Pero sí busca mostrar un camino para escucharle en nuestro interior y no vivir indiferentes a Su Presencia.Cuando bailamos en una celebración, suele ocurrir que cambia el clima de dicha celebración. Nos emociona ver la danza porque nos emociona profundamente que nos recuerden que somos hijas e hijos amados de Dios, con quien establecemos un vínculo personal y amoroso.
La danza en grupo recuerda que no hemos venido a este mundo para ser indiferentes a la realidad de nuestros hermanos. Dios nos quiere unidos, apoyándonos unos a otros, amándonos unos a otros.
Quién puede danzar
Dado el carácter suave y lento de los movimientos, prácticamente todas las personas, aunque no hayan bailado en su vida, aunque tengan 80 años, pueden danzar.
Son danzas sencillas, pudiéndose hacer adaptaciones para simplificar aún más la danza o adaptarla a las características de algunos grupos, por ejemplo aquellos con alguna discapacidad. Personalmente he danzado con pacientes psiquiátricos, siendo el proceso de aprendizaje mucho más lento.
Porque todo el mundo puede danzar. Todos pueden hacer un silencio en su interior para encontrarse con Aquel que le ha creado, que le ama. O al menos, empezar un proceso que le lleve poco a poco a ese encuentro.
El objetivo no es danzar bien sino gozar de esa danza, de esa oración. Por eso, quienes se preocupan obsesivamente de hacerlo bien, de quedar bien ante los demás, andan un tanto despistados. Aprender bien viene bien para luego gozar. Pero si no, pues a gozar igualmente, aunque cambiemos algún paso, aunque gire al revés que todo el mundo. ¿A Dios le importará? A mí, tampoco. Es verdad que si vamos a danzar en representación de la comunidad, conviene hacer los ensayos necesarios para que visto desde fuera no rompa la armonía del conjunto. Y aún así, si estoy en oración, probablemente nadie le dé importancia a mi error, pues la paz que transmito absorbe la atención del que observa. Estamos sedientos de Paz.
Eso sí, cuando dances, mírame por favor. Algunas danzas establecen contacto visual entre el grupo. Dejémonos ver lo profundo de nuestros corazones. En la medida que podamos y queramos. Igual encuentro ahí el Misterio que habita en mi propio corazón y que ando buscando debajo de tantas piedras. Piedras muertas. Y AQUÍ TENEMOS PIEDRAS VIVAS.
Las raíces de la danza que contempla
Todas las culturas han utilizado la danza como medio de comunicación con aquello que transciende al ser humano, miremos al continente que miremos. Cada cultura lo hace a su modo, de una manera más reverente o una forma más desenfrenada o eufórica.
Todas las grandes religiones incluyen de una forma u otra la danza. Así los sufís, místicos del islam, desarrollan su famosa danza de los derviches con la que buscan tener un experiencia de encuentro con Dios, llegando al trance.
En la Biblia la costumbre del pueblo hebreo de danzar a Yahvé queda manifiesta en numerosos pasajes. Por ejemplo, tras atravesar el mar Rojo, “María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tamboril y todas las mujeres la seguían con tamboriles y danzando” (Ex 15, 20). Tenemos además testimonios de que no era algo sólo habitual del pueblo judío en su culto a Yahvé sino que otros pueblos dando culto a otras divinidades también utilizaron la danza, en algunos casos incluyendo ritos sangrientos: “Estuvieron invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando en torno al altar que habían hecho. Gritaron con voz más fuerte, haciéndose incisiones, según su costumbre, con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre por sus cuerpos” (1 R 18, 26. 28).
¿Y el cristianismo? ¿Danzó su alegría de saberse salvado? ¿Pregonó de mil maneras, incluida la danza, que Dios nos ama, que podemos encontrarnos con Él? Así lo ha hecho y aún lo hace, más frecuentemente en culturas donde el cuerpo es más aceptado y está más integrado como obra amorosa y gozosa del Creador, allí donde la influencia de la dicotomía cuerpo-mente no desprestigió al cuerpo.
Sabemos que a lo largo de los veinte siglos de cristianismo ha habido danza por distintos escritos, ya sean de los propios padres de la Iglesia, de himnos, textos ceremoniales, de biografías o cartas de santas/os… y por decretos que comenzaron a prohibir la danza debido principalmente a abusos como llegar a danzar bajo los efectos del alcohol, en torno a tumbas de mártires, en los primeros siglos del cristianismo.
Sabemos que danzaba el pueblo, pero que también lo hacían los sacerdotes, monjes y obispos. Así mismo, sabemos de santos y santas que expresaban con el movimiento su fervor hacia Dios. Cuentan así de santa Teresa que danzaba cuando no podía contener el amor que la embargaba, mientras sus hijas la acompañaban con castañuelas o palmas.
Ésta es la danza que tratamos de recuperar hoy en día. Aquella que nos permita entrar en relación con Dios, ya sea escuchándole, ya sea expresándonos. Sentirnos hijas e hijos de Dios, que acuden a su Padre-Madre con la confianza de ser bien recibidos.
La danza actual
Muchas de las danzas que se bailaron a lo largo de la historia del cristianismo se han perdido probablemente por las continuas prohibiciones. Otras han llegado hasta nuestros días, realizándose sólo en fechas especiales: fiestas solemnes del calendario litúrgico o festividades del patrón o patrona del lugar. Por ejemplo la danza de los Seises en Sevilla, o en Calatayud, la danza ante el altar de San Pascual Bailón el 17 de mayo.
La recuperación de la danza como expresión religiosa en nuestra sociedad occidental ha tenido mucho que ver con la revalorización del cuerpo en el siglo XX. Lugar de vida, lugar de expresión, lugar de gozo. ¿Por qué no alabar a Dios a través de este tesoro que es el cuerpo que me ha regalado y me configura en esta tierra, que me une a ella?En los años 50 surgen por ejemplo en Centroeuropa las Danzas del Círculo. Son de carácter comunitario. Las hay alegres, otras tradicionales de distintos países y otras llamadas meditativas por su carácter lento, suave y que llevan a la persona a su interior. Esta danza extendida a Gran Bretaña y a Estados Unidos, en cambio no transcendió a España hasta hace quizás unos pocos años y de forma puntual.
La danza que realmente llegó a nuestra península fue la danza hebrea. Ésta sí que tenía carácter religioso: de alabanza, con movimientos alegres y de adoración, con movimientos lentos. En los años 60 y 70 muchos judíos se convirtieron al cristianismo y recuperaron sus costumbres, entre ellas la de danzar como el mismo David hacía ante el Arca de la Alianza. Estos judíos, denominados mesiánicos, fueron extendiendo su danza religiosa a través de talleres.
Distintas congregaciones religiosas, otras comunidades no necesariamente cristianas, parroquias y movimientos incorporaron este “nuevo” lenguaje para su expresión religiosa dentro de las celebraciones o posteriormente, a modo festivo.Desconociendo esta danza, algunas personas orábamos de forma personal danzando, como hoy en día sin duda continua habiendo.
Para mí, que danzaba orando u oraba danzando de una manera espontánea, improvisada y a solas, descubrir la danza hebrea, de carácter comunitario, fue un abrir los ojos. ¿Por qué ocultar y por qué la soledad? Cuando puedes embellecer, transmitir, llenar de paz, reverencia y armonía un lugar y cuando puedes compartir las miradas, la oración, la acogida con los demás. Quienes vibrábamos con el movimiento a la vez que con la oración, este cauce era agua fresca.
Las comunidades del Arca de Lanza del Vasto realizaban, entre otras, estas danzas hebreas. En la parroquia del Perpetuo Socorro de Madrid conocieron estas danzas a través suyo y solían danzar en distintas ocasiones. En el año 88 llevaron las ofrendas danzando durante la Eucaristía en el congreso de Teología organizado por la asociación Juan XXIII. Para mí fue todo un impacto. Mi párroco, Federico Bellido, me puso en contacto con Merche Mas, quien me enseñó la danza. En mi parroquia, Ntra. Sra. de la Merced, también de Madrid, varios jóvenes de distintos grupos se ofrecían para danzar y así lo hicimos en diversas ocasiones.
Pero cuando quisimos hacer una danza diferente, por cambiar, descubrimos que no sabíamos más. Así que, impulsada por la vocación que sentía por la danza, me decidí a intentar coreografiar y fui realizando otras danzas, en parte parecidas, en parte distintas. Movimientos más universales, y movimientos más de nuestra cultura. Al principio fueron danzas más pensadas. Con el tiempo y la oración, fueron danzas que surgían de experiencias de la vida y del encuentro con el Dios de la Vida.
A lo largo de diecinueve años he ido dando a conocer estas danzas, junto con algunas hebreas suaves y muy recientemente, junto a algunas danzas del círculo de carácter meditativo. A través de encuentros de arte cristiano, congresos, jornadas y talleres de jóvenes por toda España fundamentalmente. Encontré a varias personas que ya habían creado alguna danza para alguna celebración o que se animaron a hacerlo a raíz de esta danza que les transmitía. Sin duda, la inquietud de orar danzando estaba y surgió a la vez en distintos puntos. Pero también surgió de distintas maneras.Y aquí es donde necesité poner un nombre para designar qué tipo de danza es la que yo hacía, porque como decíamos anteriormente, hay muchas formas para comunicarse con Aquello que trasciende a la persona.
La danza que he desarrollando es una danza que surge de forma suave, de lo profundo del corazón. De allí donde la persona se encuentra con el Misterio que la habita y queda muda ante tal Presencia.
Ésta es la Danza Contemplativa, que invita a la contemplación y al encuentro amoroso con Dios. Originalmente la habíamos llamado en el equipo de Soma, donde hice un primer taller propiamente con estas danzas, Danza Litúrgica, pues las danzas las realizábamos hasta entonces fundamentalmente para las celebraciones. Pero con el tiempo fui descubriendo que transcendía los momentos puramente litúrgicos. Hablando del tema con Eladio, hermano de San Juan de Dios, que conocía la dimensión contemplativa de esta danza, me sugirió el actual nombre.
Al ver la danza-oración, la persona enmudece. Al realizarla, sucede lo mismo. La mente calla, el espíritu despierta. Y se ve con los ojos del corazón. Es verdad que es sólo una simbología de las relaciones que estamos llamadas a vivir en la vida cotidiana, no sólo danzando. Junto a esta grandeza del ser humano no podemos olvidar nuestra pobreza. Junto a la gran capacidad de amar está nuestra gran capacidad de pensar sólo en uno mismo. Seguimos siendo profundamente humanos, enfermos, equivocándonos… quizá por eso, la última danza que he hecho sea Misericordia “Señor, he pecado, he hecho daño a mis hermanos, y sigo relacionándome tantas veces desde los esquemas del mundo, no desde los de Tu Reino”.
Las nuevas relaciones, donde todos y todas nos reconocemos seres sagrados, hay que ensayarlas en algún sitio. Hemos de entrenar de alguna manera para estar preparados para el juego de la vida, para la vida cotidiana.
En los últimos seis años he puesto prioritariamente mi ilusión y energías en extender esta forma de oración, al ver cómo igual que ha habido un despertar en el siglo XX de toda la dimensión corporal, en este siglo XXI se está dando el despertar de toda la dimensión espiritual. Parece que va a tener razón Karl Rahner cuando planteaba que el cristiano del siglo XXI sería místico, o no sería.
El padre Arrupe decía: “No hay nada más práctico que encontrarse con Dios”. La danza contemplativa no pretende quedarse en un éxtasis egocéntrico sino que, como cualquier otro tipo de oración, es un medio para encontrarse con Dios, sentir su amor y después, con la mente clara y el corazón dispuesto, ocupar nuestro lugar en el mundo. Y transmitir desde ahí la Buena Noticia que se nos ha dado: con la palabra, la danza, el trabajo cotidiano, la vida familiar, el compromiso político, social… empapándolo todo del amor con el que se nos ha colmado. Cuando uno encuentra un tesoro no puede dejarlo escondido. La danza contemplativa no es para quedarse en el anonadamiento sino para transcender al mundo.


Tomado desde :


http://www.redescristianas.net/2007/04/06/danza-contemplativa-orar-desde-lo-profundo-del-corazon-victoria-hernandez/






Para más información:Victoria Hernándezjesusarteyvida@yahoo.es

ESCUELA DE ORACIÓN CUARESMAL EN LINEA INTERNET. 04 Marzo 2009


Os ofrezco estas pequeñas ayudas al empezar este tiempo bonito de Camino hacia la Pascua. Cada semana publicaré dos fichas de esta Escuela de Oración On-line. Un cordial y fraterno saludo. Agustín Fdez Buj – Delegado de Medios de Comunicación Social de la diócesis de Teruel y de Albarracín.

LINK:DIRECTO EN:

1 mar 2009

HOMILIA DOMINGO 01 de Marzo 2009. I DOMINGO DE CUARESMA.



UNA GENTILEZA DEL PRESBITERO PADRE CARMELO HERNÁNDEZ DESDE TENERIFE ESPAÑA, PARA NUESTRO BLOG.

Domingo I de Cuaresma
Gén. 9, 8-15; Sal. 24; 1Ped. 3, 18-22; Mc. 1, 12-15.


Que ‘celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar a la Pascua que no acaba’. Así vamos a expresar enel prefacio de este primer domingo de Cuaresma el sentido del camino que hemos inaugurado. Y éste es nuestro deseo, como hemos pedido en la oración litúrgica: ‘avanzar en la inteligencia del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud’.
Para esto hemos iniciado el camino cuaresmal que nos conduce a la Pascua. Queremos llegar a celebrar con toda intensidad el Misterio Pascual, como decíamos para poder pasar un día ‘a la Pascua que no se acaba’, y ahora queremos aprovechar este tiempo de gracia y el salvación que Dios nos ofrece en su Iglesia en esta Cuaresma. Es el hoy de la salvación de Dios en nuestra vida. Un hoy irrepetible que no podemos desaprovechar.
Un camino a la imagen de aquel desierto que el pueblo de Israel atravesó desde su primera pascua hasta la llegada a la tierra prometida; un camino de desierto como contemplamos a Jesús en el evangelio en el comienzo de su vida pública.
Desierto, como imagen de la tentación a la que nos vemos sometidos, pero también de la purificación que nos lleva al hombre nuevo en Cristo. Desierto que tiene que ser señal para nosotros de esa proximidad de Dios a nuestra vida, cuando en el silencio de nuestro corazón le escuchemos para descubrir su voluntad. Desierto como interiorización dentro de nosotros mismos para intentar conformar cada vez más y mejor nuestra vida con lo que es la voluntad del Señor. Un desierto al que somos conducidos por el Espíritu, como lo fue Jesús, si nosotros en verdad nos dejamos hacer y guiar por la gracia de Dios que nos transforma.
Hoy el evangelio nos habla de las tentaciones a las que Jesús se sometió en el monte de la cuarentena, aunque el evangelista Marcos, que escuchamos en este ciclo, no nos especifica detalladamente cuáles fueran esas tentaciones. Como proclamamos en el prefacio Jesús ‘al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado…’
Nos puede servir para nuestro examen y reflexión lo que nos dice el evangelista a continuación. ‘Jesús marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio’. Nos habla de proclamación del Evangelio de Dios y de conversión. Y une la conversión a que creamos en el Evangelio, porque el Reino de Dios está cerca.
Evangelio, Buena Noticia de Salvación, conversión al Reino de Dios, fe. Son las actitudes profundas que hemos de poner en nuestro corazón que luego se van a reflejar en los actos de nuestra vida de cada día. Es importante, pues, abrir los oídos de nuestro corazón y nuestra vida para escuchar esta Buena Noticia.
Una posible tentación que podemos sufrir: no escuchar ya el Evangelio como una Buena Noticia de Dios que hoy, aquí y ahora llega a nuestra vida; que nos acostumbremos tanto al evangelio que ya no nos sorprendamos ante su anuncio y llegue a no decirnos nada. Eso ya me lo sé, lo he escuchado tantas veces, pensamos en tantas ocasiones. Una actitud negativa, podríamos decir, ante la Palabra de salvación que se nos proclama. Y así ya no hará mella en nosotros, porque no nos dirá nada, o mejor, porque nosotros no queramos escuchar nada, porque no nos queremos dejar sorprender por el Evangelio.
El Reino de Dios está cerca. Creer en esa Buena Noticia. Pero ¿creemos en ese Reino de Dios, deseamos ese Reino de Dios? ¿Qué es el Reino de Dios? ¿Qué es sentir que Dios reina en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestra sociedad? Queremos ser muchas veces los únicos dioses de nosotros mismos o nos llenamos de dioses, de ídolos en las cosas en las que ponemos nuestra confianza porque sin ellas nos parece que no podemos vivir. Sustituimos a Dios por nuestro yo o por nuestras cosas y apegos.
Por eso, conversión. Tenemos que dar la vuelta a nuestros esquemas, a nuestra manera de entender las cosas y quizá a eso no estamos dispuestos, sino que muchas veces queremos hacernos nuestros arreglos. ¿Es o no es Dios el único Señor de nuestra vida?
Nos encontramos tan bien como estamos que ya nos creemos que no tenemos que cambiar nada. Y nos hacemos oídos sordos. El reconocimiento de que hay cosas que tenemos que cambiar quizá nos humilla porque en nuestro orgullo nos creemos tan seguros de nosotros mismos y de lo que hacemos. ¿Qué es lo que voy a cambiar si yo soy una persona buena…? Si lo que hago yo no se diferencia de lo que hace todo el mundo… Se nos ciegan los ojos y los oídos de la fe.
Tentaciones que nos cierran a la aceptación del Reino de Dios, a la verdadera fe. Necesitamos ir al desierto y dejarnos conducir por el Espíritu del Señor. Escuchemos la invitación a la conversión y a la fe. Dejémonos sorprender por esa Buena Noticia de Salvación que se nos proclama al anunciarnos el Reino de Dios. Estaremos, entonces, caminando hacia la Pascua del Señor.--


Publicado por Carmelo Hernández González para la semilla de cada dia el 3/01/2009 12:00:00 AM