25 abr 2009

HOMILIA DEL TERCER DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN. 26 de Abril 2009


HOMILIA ENVIADA POR EL PRESBÍTERO PADRE CARMELO HERNÁNDEZ. DESDE ESPAÑA.


MONICION DE ENTRADA


Que la paz de Jesus resucitado esté con todos vosotros.Jesús resucitado nos ha convocado aquí. Nosotros no le vemos, pero creemos en El y por eso nos reunimos todos los domingos en torno a su mesa, y por eso también queremos dar testimonio de su amor y de su vida plena.Vale la pena creer en Jesús, vale la pena amar como Jesús nos amó, vale la pena confiar en Dios Padre como Jesús confió. Por eso celebramos la Eucaristía: para unirnos más profundamente a El y para llenarnos del mismo Espíritu que le movía a El.Recordemos nuesrro bautismo, aquel momento en que entramos a formar parte de la comunidad de los seguidores de Jesús.


ANTES DE LAS LECTURAS


Después de la muerte y de la resurrción de Jesús, Pedro y loos apóstoles daban testimonio de aquellos acontecimientos que habían transformado su vida, e invitaban a todos a unirse a la nueva comunidad. La primera lectura nos ofrece uno de estos anuncios.Como segunda lectura de los domingos de Pascua escucharemos la primera carta del apóstol Juan. Es una exhortación a seguir a Jesús en concreto, con hechos y no con buenas palabras.ORACION DE LOS FIELES
A Jesús nuestro Pastor y guía, orémosle diciendo: JESUS, RESUCITADO, ESCÚCHANOS.


1. Para que la Iglesia dé siempre testimonio de renovación, de diálogo, de desprendimiento de todo poder. Oremos2. Para que las familias cristianas crezcan día tras día en el camino de la fe, de la esperanza y del amor. OremosPara que el amor hacia los necesitados, los enfermos, los marginados, los inmigrantes, sea el principal distintivo de los que nos profesamos cristianos. Oremos4. Para que los monjes y las monjas, los religiosos y las religiosas, vivan con mucha fe y esperanza su vocación. Oremos5. Para que todos nosotros seamos, con nuestra palabra y nuestra manera de vivir, testigos de Jesús resucitado. OremosSeñor Jesús, escucha nuestra oración y llénanos de tu Espíritu Santo, para que vivamos con mucha alegría estas fiestas de Pascua. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.


HOMILIA.
Chispas de bondad que con Cristo levanten hogueras de amorHechos, 3, 13-15.17-19Sal. 41Jn. 2, 1-5Lc. 24, 35-48La liturgia de este domingo está llena de expresiones de alegría y gozo en sus diversos textos eucológicos, ya sean las oraciones como el prefacio.'Con esta efusión de gozo pascual la Iglesia se desborda de alegría', que decimos en el prefacio.Con Cristo resucitado nos sentimos renovados, rejuvenecidos, pues al darnos una nueva vida recibimos el ser hijos, lo nos llena de alegría y nos hace exultar de gozo. No hemos recibido un espíritu de esclavitud – eso era el pecado - sino de libertad y vida que nos hace hijos de Dios. Por eso esa alegría y gozo de ahora pero que son ansias también del gozo eterno. Que se afiance, pues, la esperanza de resucitar gloriosamente, participar del gozo eterno, como repetimos en las diversas oraciones.La Palabra de Dios proclamada en este domingo nos ofrece diversos testimonios de la resurrección de Jesús. Los discípulos que volvieron de Emaús 'contaban lo que les había sucedido por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan'; Jesús se les manifiesta resucitado y les explica el sentido de todo lo que ha pasado – 'les abrió el entedimiento para comprender las Escrituras' -; Pedro hace un anuncio valiente ante el pueblo congregado – 'el Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús... y Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos' -. Todo nos está invitando a poner toda nuestra fe en Jesús para creer en su palabra para que su amor llegue en plenitud a nosotros. 'Quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud', que nos decía san Juan. Sentimos también nosotros el gozo de los discípulos en su encuentro con Cristo resucitado y así lo queremos expresar en la alegría de nuestra celebración y con el testimonio de nuestra vida. 'Y nosotros somos testigos'.No nos podemos cansar de escuchar repetidamente estos textos que nos hablan de la resurrección del Señor. Tenemos tanto que aprender. Más aún, tendríamos que pedirle también nosotros que nos explique El las Escrituras, que nos abra el entendimiento y el corazón para que las comprendamos. Porque también nosotros nos llenamos de dudas. Podemos querer hacernos nuestras explicaciones. Y nos sucede también que a pesar de nuestros buenos propósitos quizá volvemos a las andadas. Nos falta constancia en nuestro fervor y en nuestro amor.Cuando en los días del Triduo Pascual contemplábamos y meditábamos todo el Misterio de Cristo – la cena pascual con la institución de la Eucaristía, el mandamiento del amor, o veíamos a Jesús postrado a los pies de los discípulos para lavárselos, o contemplábamos todo el recorrido de la pasión hasta la muerte en Cruz, o cuando entusiasmados cantábamos los aleluyas de la resurrción – nos proponíamos intensamente que nuestra vida iba a ser otra, que íbamos a poner más amor en nuestra vida para acoger a los demás, o que lucharíamos fuertemente contra el pecado. Pero luego hemos visto que somos débiles y en lugar de avanzar dábamos pasos en retroseso. No nos podemos sentir defraudados de nosotros mismos, de nuestra debilidad o de nuestras inconstancias.Hemos escuchado lo que nos decía hoy el apóstol Juan. Bien conoce el Señor cómo somos. 'Os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre, Jesucristo, el Justo'. El sacrificio de Cristo no puede quedar inútil ni infructuoso. El se ofrece por nosotros para renovarnos y rejuvenecernos, como decíamos en la oración litúrgica. 'El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero', que nos decía san Juan en su carta.Seguimos viviendo la alegría de la Pascua. Seguimos proclamando el nombre de Jesús porque El es nuestra salvación. Seguimos dando nuestro testimonio para que el mundo crea. Con nosotros está la fuerza del Señor; El nos ha dado su Espíritu. Que brille sobre nosotros la luz de su rostro.Alguien me decía hace unos días. Queremos ser buenos y bondadosos con todos, pero, me decía, no siempre se puede. Es que hay tanta maldad, tanto egoismo, tantos intereses creados en la gente, tantas envidias y yo poca cosa puedo hacer con mi bondad. Se siente uno rebelde ante todo eso. Y luego es que hasta malinterpretan lo que uno hace, pensando que uno lo hace por interés, me decía. Y no saben agradecerlo...Yo le decía, sembremos sin cansarnos semillas de bondad aunque nos parezca que es poca cosa lo que nosotros hacemos, o incluso no nos entiendan o nos interpreten mal. Son pequeñas llamas, chispas insignificantes nos pueden parecer, pero seguro que pueden ir prendiendo poco a poco en el corazón de aquellos que reciban nuestros gestos de bondad. Esas pequeñas chispas pueden generar un día una hoguera grande, un incendio de amor que vaya purificando y transformando nuestro mundo. Tengamos esperanza porque el Señor puede dar fuerza a ese amor y esa bondad que nosotros vayamos prendiendo en los otros.No nos cansemos. No perdamos el ánimo. No nos parezca insignificante o inútil eso pequeño que nosotros podamos hacer cada día en favor de los demás. El Señor lo hará fructificar. Vivamos con alegría, ilusión, esperanza esa misión que el Señor nos ha confiado de ser sus testigos. Y seremos sus testigos a través de esos pequeños gestos de amor.

18 abr 2009

HOMILIA SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA. 19 de Abril 2009


Aqui el Nuevo Formato de Aportación de Nuestro Amigo el Presbítero Carmelo Hernández desde Tenerife España.


MONICION DE ENTRADA

Que la paz de Jesús resucitado esté con todos vosotros.La resurrección de Jesucristo ha sido para nosotros un nuevo nacimiento. Todos los años, la Pascua nos hace revivir lo más decisivo de nuestra fe: que Jesús, muerto por amor, vivir ahora para siempre, y que nosotros, unidos a El, hemos comenzado también una vida nueva.El domingo pasado celebrábamos la gran alegría de la resurrección. Hoy, una semana después, a los ocho días, volvemos a encontrarnos reunimos en comunidad, y el Señor se hace de nuevo presente entre nosotros y nos da su paz y su Espíritu. Y nosotros, a pesar de nuestras debilidades y dolores, compartimos de todo corazón el gozo de su presencia.Por el bautismo, entramos en la vida nueva de Jesús resucitado. Ahora, con la aspersión del agua, le pedimos que renueve en nosotros su gracia salvadora.


ANTES DE LAS LECTURAS


Escucharemos en la primera lectura, durante todo el tiempo de Pascua, fragmentos del libro de los Hechos de los Apóstoles. Es el testimonio de la primera comunidad cristiana que nació a partir de la experiencia de la resurrección del Señor. Fijémonos hoy cómo vivían los primeros cristianos y tomemos nota para imitarles también nosotros.También la primera carta de san Juan nos recuerda cómo debemos vivir los que hemos nacido de nuevo por nuestra fe en Cristo resucitado.Proclamación de fe, anuncio de esperanza para nuestro mundo


Hechos, 4, 31-35; sal. 117; 1Jn. 5, 1-6; Jn. 20, 19-31Nos ha dicho el evangelio:


‘Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos, entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros…’ Más adelante vuelve a decir: ‘a los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros…’El primer día de la semana… a los ocho días – primer día de la semana también – se manifiesta Jesús resucitado a los discípulos. Y ¿qué estamos haciendo nosotros hoy? También el primer día de la semana, - el domingo, que para nosotros es el primer día de la semana, el día del Señor que por eso precisamente lo llamamos domingo porque es el día en que resucitó el Señor -, estamos también reunidos. Y Cristo también está en medio de nosotros.¿Qué es lo que estamos celebrando? El día del Señor, el día de la Pascua; celebramos la Eucaristía que es anunciar la muerte del Señor y proclamar su resurrección. ¡Qué importante es para nosotros el domingo y que este día se reúna la comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía.¿Cuál es el mensaje fundamental que recibimos en este segundo domingo de Pascua? Seguimos viviendo el gozo de la Pascua este domingo que es la octava de la Pascua que queremos celebrar con igual intensidad, y todo nos invita a proclamar nuestra fe en que Jesús es el Hijo de Dios para tener vida en su nombre. A esa proclamación de nuestra fe en Jesús nos está invitando toda la Palabra de Dios proclamada. Así termina precisamente el evangelio de Juan que hoy hemos proclamado. ‘…estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre’. En esas palabras el evangelista de alguna manera nos resume lo que es la finalidad del evangelio.‘Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor’, nos dice el evangelio. Llenos de temores estaban encerrados en el cenáculo pero todo cambia y la vida de los discípulos se llena de luz con la presencia de Cristo resucitado. Jesús les saluda con la paz, pero aún más quiere llenarlos de su Espíritu para la misión que han de realizar. ‘Como el Padre me ha enviado, así os envío yo’, les dice.Vendrán las dudas de Tomás que no estaba con ellos cuando vino Jesús, pero si cuando a los ocho días Jesús vuelve a manifestarse. Terminará proclamando ‘¡Señor mío y Dios mío!’, para confesar su fe en Jesús cuando tiene la experiencia de verlo y sentirlo vivo junto a él. ‘¿Porque me has visto has creído? ¡Dichosos los que crean sin haber visto!’, le dirá Jesús.Nosotros no le veremos con los ojos de la cara, ni tendremos la oportunidad de meter nuestros dedos en las llagas de sus manos o nuestra mano en la llaga de su costado. No será necesario, porque podemos tener la certeza firme de la resurrección del Señor. Nos fundamentamos en la fe de los apóstoles, no en vano somos una iglesia apostólica heredera de la fe de los apóstoles, sino porque además nosotros podemos experimentarlo y sentirlo vivo y presente en nosotros y en medio de la Iglesia.Creemos en Jesús con toda certeza de que es el Hijo de Dios. Su resurrección es la prueba definitiva. Y creemos que Jesús nos da la salvación y la vida eterna, porque, como dice El, ‘para eso he venido, para que tengan vida y la tengan en abundancia’.Por eso, podemos decir también que la celebración de la resurrección del Señor que estamos viviendo es una invitación a la esperanza. Cristo no es un perdedor sino un vencedor y con El estamos llamados también a la victoria sobre el mundo.Aunque a veces nos sintamos sobrecogidos por la tentación y el mal que nos acecha y nos rodea, por ese mundo de indiferencia e incredulidad en medio del cual nos encontramos, sabemos que con Jesús nosotros estamos llamados a la vida y la vida de Dios en nosotros podrá sobre todo ese mal. ‘Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ha nacido de Dios… y todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe; ¿Por qué quien es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?’ Así nos ha hablado hoy la carta de san Juan en la Palabra de Dios. Y cuánta esperanza y seguridad nos dan estas palabras.Y bien que necesitamos avivar nuestra fe y nuestra esperanza, como despertar también esa esperanza en el mundo que nos rodea. Aunque veamos muchas sombras a nuestro alrededor en tantas cosas que nos afectan cuando vemos un mundo sin amor, sin paz, con resentimientos y malquerencias en las relaciones entre unos y otros, con desconfianzas y malos deseos, sin embargo podemos tener la esperanza de que se puede hacer un mundo mejor y distinto.No todo son sombras, también hay mucha luz, porque también hay muchas personas que aman y que viven un compromiso de servicio por los demás; hay muchas personas que han puesto solidaridad en su corazón para sufrir con el que sufre pero también para consolar, animar y compartir muchas cosas buenas. Todo eso tiene que alentarnos. Y mucha gente quiere realizar ese mundo nuevo precisamente desde el compromiso de su fe en Cristo resucitado.La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos habla de que ‘daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor’. ¿Cuál era ese testimonio? La vida de amor y de solidaridad que vivían. ‘En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo, lo poseían todo en común… nadie pasaba necesidad… lo que tenían lo ponían a disposición de los apóstoles y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno…’Una hermosa pauta para lo que nosotros hemos de vivir, para lo que tiene que ser nuestro compromiso de solidaridad desde la fe que tenemos en Jesús resucitado. Pongamos esa solidaridad y ese amor, pongamos esa paz en nuestros corazones para que la llevemos también a los demás, pongamos esa confianza en el otro y ese compartir, pongamos nuestros buenos deseos de amistad y alejemos de nosotros todo sentimiento malo que nos pueda llegar, pongamos luz en nuestro corazón. Que seamos capaces de compartir de todo eso según lo que necesite cada uno de los que están a nuestro alrededor como hacían aquellas primeras comunidades según nos cuentan los Hechos de los Apóstoles.La celebración de Cristo resucitado tiene que hacernos resplandecer en esa luz del amor, porque así tenemos que iluminar nuestro mundo.


ORACION DE LOS FIELES

A Jesús resucitado, vida y esperanza de la humanidad entera, orémosle diciendo: Jesús resucitado, escúchanos1. Por los que creemos en Jesús resucitado. Que vivamos con mucha alegría la vida nueva que nace de la Pascua. Oremos2. Por el Papa, nuestro Obispo y todos los Obispos del mundo, por todos los pastores del pueblo de Dios. Que con la fuerza del Espíritu de Jesús proclamen al mundo el anuncio de esperanza de Cristo resucitado. Oremos3. Por las comunidades cristianas de todo el mundo. Que sean ejemplo y testimonio de comunión, de alegría, de esperanza, de amor. oremos4. Por los que no creen en Jesús. Que puedan llegar a descubrir su amor, y la felicidad que El nos da. Oremos5. Por los que recibirán durante este tiempo de Pascua los sacramentos de la iniciación cristiana, el bautismo, la confirmación, la primera eucaristía. Oremos6. Por todos nosotros, reunidos como cada domingo, convocados por Jesús resucitado. Que El mismo nos dé la alegría, la paz, la fuerza de su Espíritu. OremosEscucha, Jesús resucitado, nuestras oraciones y derrama tu amor sobre nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.